martes, 29 de noviembre de 2011

Comentario de imagen

Superstudio, Actos fundamentales de Arquitectura 1971-73


 


Norman Foster, Seguros Willis, Faber & Dumas 1973-4

COMENTARIO DE IMAGEN

Ambas imágenes a comentar son prácticamente del mismo año, pero a pesar de su proximidad son el reflejo de acontecimientos muy diferentes. 
La primera imagen representa una arquitectura que surgió alrededor de los años 60 como resultado de diversos factores como: el movimiento hippie, la aparición de los medios de comunicación como la televisión y sobre todo por la revolución de los estudiantes en París. Estos sucesos provocaron una forma de vida diferente hasta la del momento, algún grupo de personas pasó a reivindicarse contra las convecciones sociales de su tiempo y contra la forma de pensar, reclamaban mayor libertad, como por ejemplo el movimiento hippie. De ahí, que surgiera una arquitectura más flexible. Como podemos ver en la imagen, se trata de una gran plataforma al aire libre en la que no se preestablece una disposición cerrada del espacio, sino que la gente puede estar como y donde quiera.
Esta arquitectura conocida como arquitectura radical proponía no una arquitectura estrictamente física, es decir construida solo y exclusivamente con muros,  sino que se preocupan por crear una escena o un ambiente, y proporcionar a las personas la posibilidad de expresarse libremente.
Sin embargo por otro lado, en el mismo año aparece una arquitectura totalmente diferente. Surgida por otros motivos políticos, sociales y culturales que podían tener su origen en la cadena de montaje utilizada por Henry Ford y en la optimización del trabajo. A partir de la Revolución Industrial apareció una nueva manera de entender la arquitectura, se pretendía que la arquitectura sirviese a la industria para horrar trabajo y tiempo y así poder producir más. Posteriormente, la idea de Ford trasciende y se reinterpreta a un nuevo: la oficina. Tras una producción óptima conseguida por Henry Ford se pasa  a la preocupación por la distribución de los productos, por ello la oficina se vuelve unos de los lugares más importantes. De ahí que el objetivo principal de una empresa era conseguir la comodidad de sus empleados en el lugar de trabajo para así, conseguir un mayor rendimiento laboral. Por eso, en la imagen podemos ver un lugar de descanso y de recreo descubierta y unas mesas y sillas en un lugar de paso. Todo ello, intenta llegar al objetivo primordial: los trabajadores vivan en el trabajo; comer, charlar, conocer gente, divertirse, compartir conocimientos, hacer deporte… Por tanto hablamos de una arquitectura funcionalista en la que cada cosa tiene un lugar y un espacio predeterminado y estudiado, hablamos de optimización del espacio.
Al analizar las dos imágenes podemos comprobar que son totalmente diferentes. En la primera imagen podemos ver un espacio amplio sin limitaciones espaciales, podemos ver que las personas están sentados en el suelo y acomodados como y donde ellos quieren, es decir, están a su aire están como ellos han escogido libremente sin que se le establezca un lugar determinado. Tal y como creaba la arquitectura radical: espacios en los que las personas sean totalmente libres de hacer lo que ellos deseen.
Sin embargo en la otra imagen de las oficinas de Norman Foster, podemos apreciar una división espacial y funcional. En la imagen superior vemos una zona exterior habilitada para el descanso o el ocio. En la imagen inferior, vemos la zona habilitada para almorzar. Además, observamos que el espacio es amplio y luminoso y que además intenta crear cierto ambiente con la ayuda de la vegetación.
Ambas arquitecturas intentan que las personas se sientan cómodos en ella, pero lo consiguen de forma diferente, una da la total libertad de utilización del espacio para que así cada persona busca su comodidad, mientras la otra, crea los espacios adheridos a su función y les proporciona un determinado ambiente o más bien decoración que provoca la comodidad y aceptación de dicho espacio.
M ª Inmaculada Jiménez Roldán G1.11
29/11/2011


viernes, 25 de noviembre de 2011

Comentario Crítico


En este comentario crítico se analizará la idea de la decoración en edificios mediante la comparación de dos famosos textos: “Ornamento y Delito” escrita por Loos y “Tinglado Decorado” escrita por Venturi.
En el primero, se critica duramente la idea del ornamento argumentándolo con una triple razón ética, estética y económica. El segundo texto se desarrolla mediante la comparación de dos edificios: Guild House y Crawford Manor,  los cuales son muy diferentes entre sí.
Personalmente creo que el ornamento es algo superfluo, algo de lo que podemos prescindir un poco. Aunque en la sociedad actual esta idea está bastante anclada, pues ya que sólo hay que observarnos a nosotros mismos y nuestro alrededor. Numerosas son las personas que se tatúan algo o la cantidad de complementos que utilizamos día a día. Como dice Loos en su texto: “No puedo admitir la objeción de que el ornamento aumenta la alegría de vivir de un hombre culto”. En cierta manera sin decoramos todo demasiado es posible que no avancemos en cuanto a innovaciones se refiere, o incluso que lleguemos a una contradicción, como dice Venturi: “El ornamento de la Guild House es explicito. Refuerza y contradice la forma del edificio que adorna… divide el edificio en tres plantas desiguales: basamento, planta principal y ático. Esto contradice la escala de las seis plantas reales e iguales”.
Estoy de acuerdo con Loos cuando explica que el ornamento produce un gran daño al pueblo productor, ya que el ornamento no es un producto, es decir, el trabajo de un ornamentista no se paga como se debe.  Si pensamos de forma práctica en relación trabajo-economía nos damos cuenta de la idea que ya en el siglo XIX defendía Loos, si existe una demanda de objetos no ornamentados el número de horas que un artesano dedica a su trabajo disminuiría aunque a cambio no cobraría el mismo dinero por el producto final: “El cambio del ornamento trae como consecuencia una pronta desvaloración del producto del trabajo”. Esta visión económica no se recoge en el texto de Venturi ya que se centra en analizar y señalar las diferencias entre los dos edificios dichos anteriormente.
 Por otra parte no estoy de acuerdo con Loos cuando dice que los rezagados, refiriéndose a los que les gusta el ornamento, retrasan la evolución de la sociedad. Cada persona tiene unos gustos propios y no por ello tienen que “retrasar” la evolución de la sociedad, aunque lo que Loos expone es que si se sigue promoviendo el ornamento no se avanzará mucho en lo que a diseño se refiere. Pero si miramos ese caso desde otro punto de vista podemos llegar a la conclusión que si


se elimina el ornamento de la arquitectura, por ejemplo, tampoco se adelantará mucho en evolución de diseño, pues nunca se llegará más allá de lo que ya se llegó.
¿Es cierto que el asunto del ornamento sólo es una cuestión del siglo XIX? Creo que ese tema sigue en la arquitectura actual aunque quizás no se critica tan duramente como lo hizo Loos en cambio, Venturi toma el ornamento como parte del edificio, forma parte  de la descripción del mismo, esta idea la podemos ver reflejada en su texto:  “Al contrario que los elementos puramente ornamentales de este edificio, refleja una función interior del tinglado, la de las actividades comunes de la última planta … al igual que Crawford Manor y las manifestaciones más ortodoxas de la arquitectura moderna, que rechazan el ornamento y la asociación en la percepción de las formas.”
En resumen, me parece más práctica y económica la desaparición del ornamento como pensaba Loos aunque hay ciertos matices en los que no comparto opinión, ya que no creo que la humanidad esté esclavizada por el ornamento. Me parece que a lo largo de la Historia se le ha dado demasiada importancia a este asunto llegando incluso a minimizar el  valor  de las formas pues se decora todo demasiado. Aunque por otra parte podríamos  quitarle la importancia a todas las cosas llegando incluso a la indiferencia puesto que no nos importa la decoración se podría dar el caso de no poner interés en lo que hacemos y el resultado práctico y estético no sería el mismo.  Bajo mi punto de vista Loos define muy bien la idea de “ornamento” aunque quizás un poco exagerado.










Carmen Mª Huerto Blanco, Grupo: 11     

jueves, 24 de noviembre de 2011

Visita por la Plaza de España

Es un vídeo casero que realiza un recorrido a por la Plaza de España, un monumento emblemático de la época del regionalismo sevillano. Está construída por Aníbal González un arquitecto muy famoso de esa etapa de la arquitectura sevillana.


miércoles, 23 de noviembre de 2011

Comentario Crítico


"Ornamento y delito" (Adolf Loos) y "El tinglado decorado" (Robert Venturi)



Nos encontramos ante dos textos titulados: “Ornamento y delito” y “El tinglado decorado”    El primer texto, escrito por Adolf Loos nos habla de la innecesariedad de tanto ornamento en todas y cada una de las cosas que podemos ver o utilizar en nuestra vida cotidiana.                       El segundo texto, redactado por Venturi, se posiciona justo del lado contrario, alabando todos y cada uno de los ornamentos de los objetos, dándole la importancia que se merecen y centrándose especialmente en los edificios.

Personalmente, me posiciono del mismo lado que Venturi, dándole bastante importancia a la ornamentación, que es lo que hace especiales las cosas, el ornamento con el que estén decoradas.                                                                                                                                                                               Éste ornamento dice mucho de las personas y nos permite diferenciarnos unas de otras dejando clara nuestra personalidad simplemente mediante cualquiera de nuestras pertenencias, apariencia, o vestuario.

En cambio Loos, estaría totalmente en desacuerdo con lo que acabo de decir, ya que una de las afirmaciones que hace es que una comida va a saber igual o incluso peor, pues le repugnaría si está más ornamentada. Yo pienso justamente lo contrario. Seguramente sabrá igual, pero la apariencia del plato es un 50%, el otro 50 estaría en el sabor y olor.                             Una buena presentación puede hacer que un plato parezca mucho más apetitoso de lo que es en realidad.

En cambio Venturi, para explicar su postura compara dos edificios, uno muy ornamentado, llamado Crawford Manor, y otro un poco más clásico pero en el que también existe ornamentación, Guild House.                                                                                                                                         Mediante éstos ejemplos afirma que en casos como el de Guild House, tiene un “ornamento explícito que refuerza y contradice la forma del edificio que adorna”. Esto, como ya hemos dicho antes, es lo que hace particular a un edificio y lo diferencia del resto.                                            Además, ésta defensa de la ornamentación en la arquitectura se apoya en otros argumentos como la propia distinción que hace entre un edificio y otro, en la que se aprecia cómo un edificio llega a ser totalmente diferente a otro en función de los ornamentos que utilice y la forma en la que los utilice.

Me llama especialmente la atención una frase, en la que Loos exclama: “¡Pero cuándo el ornamento es bonito! A mí y a todos los hombres cultos, el ornamento no nos aumenta la alegría de vivir.”                                                                                                                                                                  Me sorprende la afirmación ya que considero que cada vez que se ornamenta algo es para hacerlo más bello, quitarle esa simpleza que tiene en su forma original y transformarlo en un objeto más original, único y más atractivo, y creo que el propio hecho en sí hace embellecer la pieza.                                                                                                                                                                                                                                    Es cierto que quizás esto no nos proporcione una alegría directa, ni nos aumente la alegría de vivir como señala el autor, pero  ¿ no nos sentimos más a gusto, cuando estamos vestidos o rodeados con algo que nos gusta? Yo creo definitivamente que sí, que no es que nuestra alegría se limite a la ornamentación de los objetos, pero que sí influye el que estemos a gusto vestidos con una prenda bonita, que no se limite sólo a la función de taparnos para que no vayamos desnudos.
Loos también cita: “ Los platos ornamentados son muy caros, mientras que la vajilla blanca que le gusta al hombre es barata. Éste ahorra mientras que el otro se endeuda”                                    Pienso que a las personas no nos importa gastarnos un poco más de dinero si la diferencia en cuanto a apariencia, sabor o calidad merece la pena .Por ejemplo, una vajilla blanca cumple la misma función que otra estampada, sin embargo, el precio de la estampada es superior, pero bajo mi punto de vista, ésta estampada rompe con la monotonía, marca la diferencia, aporta color, alegría e incluso puede reflejar nuestra personalidad.

En conclusión, tal y como señala Venturi, la ornamentación es necesaria, ya sea en mayor o menor medida, ya que hace a los objetos y cosas únicas.



                                                                                                                       
Mª Isabel Jiménez Pérez

domingo, 20 de noviembre de 2011

Comentario Critico

Adolf  Loos “Ornamento y delito” y Robert Venturi “El tinglado decorado”


Robert Venturi y Adolf Loos son arquitectos del siglo XX que tienen una visión de la arquitectura muy diferente pero a pesar de ello, ambos conformaron el movimiento moderno.
Venturi entendía la arquitectura como una caja funcional en la que se yuxtaponía una fachada que comunicaba mediante el lenguaje de símbolos. Concebía necesaria la decoración, es decir, mostrar una apariencia que sugiriera aquello que él pretendía.  
Por otro lado, Adolf Loos rechazaba todo tipo de ornamentos tanto en el exterior como en el interior. Concebía la decoración como un retraso cultural y como una pérdida económica y de tiempo. Por ello, proponía una arquitectura que tendiese a la sencillez.

            ¿Es necesario tomar elementos arquitectónicos de otras épocas o se puede crear un nuevo estilo arquitectónico en la actualidad? ¿En la arquitectura se debe imponer un mensaje o es mejor que cada persona la interprete ella misma?
Al realizarnos estas preguntas nos pueden surgir diversas ideas contradictorias; por un lado podemos ver adecuado tomar elementos estructurales y decorativos de otras épocas y trasladarlos a la actualidad, de esta manera, mezclándolos y dándoles un significado simbólico podemos crear arquitectura, como dice Venturi: “[…] al afirmar que la arquitectura depende, para su percepción y creación, de la experiencia pasada y de la asociación emotiva” Pero estas antiguas o clásicas ornamentaciones ¿nos cansaríamos de ellas y necesitaríamos comprar unas nuevas?, como explica Loos en su texto: “Preferimos al consumidor que tiene un mobiliario que, pasados diez años le resulte inaguantable, y que por ello se ve obligado a adquirir muebles nuevos”.

A esta idea le sigue otra que a la gente le suele preocupar y aun más dada la situación actual: el gasto económico. Teniendo en cuenta dicha situación, en la actualidad resultaría más interesante crear una arquitectura sencilla, simple y eficiente preferentemente a la decoración, ornamentación, dado que nos cansaríamos de ella deberíamos comprar un objeto o edificio nuevo e incluso la decoración resulta más costosa que la sencillez. Además, de ello Loos trata un tema interesante y es que cuestiona si verdaderamente está bien pagado el trabajo artesanal y manual que realizan al fabricar las voluptuosas formas; “el ornamento encarece, por lo general, el objeto; sin embargo, se da la paradoja de que una pieza ornamentada con igual coste material que el de un objeto liso”. Por regla general, los objetos son más caros pero en comparación con otros sueldos dicho trabajo no está del todo bien pagado.
Tratando el mismo tema de la decoración y ornamentación no me parece totalmente adecuada la posición de Loos: “Como el ornamento ya no pertenece a nuestra civilización […] no tiene relación alguna con la actual ordenación del mundo”. El ornamento forma parte de nuestra época en cuanto vemos las obras de siglos pasados donde ese decorado conformaba dicha época, además no podemos eludir nuestra historia y por tanto debemos respetarla y cuidarla.

Volviendo a la segunda cuestión que nos hacíamos, la arquitectura en sí ya tiene su propio lenguaje, muestra su estructura, su forma, su disposición no es necesario crear una cortina que lo oculte y que cree otra imagen diferente y que dicha imagen contradiga como es realmente el edificio, tal y como decía Robert Ventur: “El ornamento de la Guild House es explícito. Refuerza y contradice la forma del edificio que adorna. “Es simbólico en cierto grado […], divide el edificio en tres plantas desiguales: el basamento, planta principal y ático. Esto contradice la escala de las seis plantas reales e iguales a las que se superpone y sugieres las proporciones de un palacio del Renacimiento”. La arquitectura por el contrario debería ser inteligible por todo el mundo, debería comprenderse y de esa manera tendría ya su propio lenguaje, sin necesidad de revestirla con un “tinglado decorado”. Sino que el propio material, la disposición del espacio hablaría por sí mismo y daría libertad a la gente de imaginar y de darle su propio toque personal, y esto solo se conseguiría por medio de la sencillez, como defiende Adolf Loos en su concepto de arquitectura: “mi impulso hacia la sencillez”
Aunque desde mi punto de vista, la posición de Loos es un poco extrema, por ejemplo al afirmar: “El papúa se hace tatuajes en la piel, en el bote que emplea, en los remos, en fin en todo lo que tiene a su alcance. No es un delincuente. El hombre moderno que se tatúa es un delincuente o un desgenerado” o como por ejemplo también: “Los rezagados retrasan la evolución cultural de los pueblos y de la humanidad, ya que el ornamento no está engendrado sólo por delincuentes que comete un delito en tanto que perjudica enormemente a los hombres atentando a la salud, al patrimonio nacional y por eso a la evolución cultural.”

En definitiva, los hombres en su propia época creaban lo que para ellos era especial, bonito, adecuado. Hoy en día, deberíamos hacer lo mismo deberíamos continuar con la historia, es decir, diseñar adecuándonos a nuestra situación actual sin la necesidad de tomar directamente elementos de años posteriores, pero eso sí, sin negar total y absolutamente a nuestros antecesores ya que es de donde procedemos, a quienes les debemos lo que en el presente conocemos.












Mª Inmaculada Jiménez Roldán Grupo 11