miércoles, 23 de noviembre de 2011

Comentario Crítico


"Ornamento y delito" (Adolf Loos) y "El tinglado decorado" (Robert Venturi)



Nos encontramos ante dos textos titulados: “Ornamento y delito” y “El tinglado decorado”    El primer texto, escrito por Adolf Loos nos habla de la innecesariedad de tanto ornamento en todas y cada una de las cosas que podemos ver o utilizar en nuestra vida cotidiana.                       El segundo texto, redactado por Venturi, se posiciona justo del lado contrario, alabando todos y cada uno de los ornamentos de los objetos, dándole la importancia que se merecen y centrándose especialmente en los edificios.

Personalmente, me posiciono del mismo lado que Venturi, dándole bastante importancia a la ornamentación, que es lo que hace especiales las cosas, el ornamento con el que estén decoradas.                                                                                                                                                                               Éste ornamento dice mucho de las personas y nos permite diferenciarnos unas de otras dejando clara nuestra personalidad simplemente mediante cualquiera de nuestras pertenencias, apariencia, o vestuario.

En cambio Loos, estaría totalmente en desacuerdo con lo que acabo de decir, ya que una de las afirmaciones que hace es que una comida va a saber igual o incluso peor, pues le repugnaría si está más ornamentada. Yo pienso justamente lo contrario. Seguramente sabrá igual, pero la apariencia del plato es un 50%, el otro 50 estaría en el sabor y olor.                             Una buena presentación puede hacer que un plato parezca mucho más apetitoso de lo que es en realidad.

En cambio Venturi, para explicar su postura compara dos edificios, uno muy ornamentado, llamado Crawford Manor, y otro un poco más clásico pero en el que también existe ornamentación, Guild House.                                                                                                                                         Mediante éstos ejemplos afirma que en casos como el de Guild House, tiene un “ornamento explícito que refuerza y contradice la forma del edificio que adorna”. Esto, como ya hemos dicho antes, es lo que hace particular a un edificio y lo diferencia del resto.                                            Además, ésta defensa de la ornamentación en la arquitectura se apoya en otros argumentos como la propia distinción que hace entre un edificio y otro, en la que se aprecia cómo un edificio llega a ser totalmente diferente a otro en función de los ornamentos que utilice y la forma en la que los utilice.

Me llama especialmente la atención una frase, en la que Loos exclama: “¡Pero cuándo el ornamento es bonito! A mí y a todos los hombres cultos, el ornamento no nos aumenta la alegría de vivir.”                                                                                                                                                                  Me sorprende la afirmación ya que considero que cada vez que se ornamenta algo es para hacerlo más bello, quitarle esa simpleza que tiene en su forma original y transformarlo en un objeto más original, único y más atractivo, y creo que el propio hecho en sí hace embellecer la pieza.                                                                                                                                                                                                                                    Es cierto que quizás esto no nos proporcione una alegría directa, ni nos aumente la alegría de vivir como señala el autor, pero  ¿ no nos sentimos más a gusto, cuando estamos vestidos o rodeados con algo que nos gusta? Yo creo definitivamente que sí, que no es que nuestra alegría se limite a la ornamentación de los objetos, pero que sí influye el que estemos a gusto vestidos con una prenda bonita, que no se limite sólo a la función de taparnos para que no vayamos desnudos.
Loos también cita: “ Los platos ornamentados son muy caros, mientras que la vajilla blanca que le gusta al hombre es barata. Éste ahorra mientras que el otro se endeuda”                                    Pienso que a las personas no nos importa gastarnos un poco más de dinero si la diferencia en cuanto a apariencia, sabor o calidad merece la pena .Por ejemplo, una vajilla blanca cumple la misma función que otra estampada, sin embargo, el precio de la estampada es superior, pero bajo mi punto de vista, ésta estampada rompe con la monotonía, marca la diferencia, aporta color, alegría e incluso puede reflejar nuestra personalidad.

En conclusión, tal y como señala Venturi, la ornamentación es necesaria, ya sea en mayor o menor medida, ya que hace a los objetos y cosas únicas.



                                                                                                                       
Mª Isabel Jiménez Pérez

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