Nos encontramos ante dos imágenes que a su vez se dividen en otras dos, todas pertenecientes a la década de los años 70.
La primera imagen, llamada “Actos fundamentales de la arquitectura”, de Superstudio, se divide en dos fotografías, una a color y otra en blanco y negro. Ambas presentan un entorno similar, con muy poco ornamento y en el que está muy presente la austeridad.
Son espacios sencillos, demasiado sencillos, me atrevería a decir, vacíos, en los que se encuentra un grupo de personas bebiendo, donde se aprecia el libertinaje propio de la época. En la segunda imagen, aparece sólo una joven, que parece estar meditando.
En ambos casos se ve el intento de interacción directa con el medio ambiente, donde todo el mundo tiene el mismo poder y no existan clases sociales ni jerarquías. Una sociedad totalmente opuesta a la sociedad consumista de la otra fotografía, en la que no es necesario gran cantidad de objetos para vivir, conformándose con lo mínimo, y en la que se pensaba que la arquitectura era una excusa para consumir, y por este motivo debían rechazarla.
La segunda imagen, también compuesta a su vez por dos imágenes de Norman Foster, llamada “Seguros Willis, Faber & Dumas” es totalmente opuesta a la anterior.
Ya no se trata de un gran espacio, sino de pequeños espacios en los que cada uno de ellos tiene una función concreta. Espacios mucho más ornamentados, ya que en la otra fotografía ésta característica es totalmente nula. Terrenos mucho más construidos. Se deja atrás la idea de que la arquitectura se entiende como la excusa para consumir, pasando el consumismo a un segundo plano y la arquitectura posicionándose como elemento principal y fundamental en nuestra vida.
Claramente la que tiene más relación con el mundo actual es ésta última, ya que la arquitectura actualmente cumple la función de adaptarse a nuestras necesidades y hacernos la vida más cómoda. Los espacios abiertos hoy en día no tendrían cabida en ningún lugar, ya que nos privan de intimidad entre otras muchas cosas.
La arquitectura actualmente se concibe de una forma similar a la que proclamaba Foster, como elemento que no tiene un fin económico, o al menos, principalmente ese fin, sino como ya hemos dicho, como elemento cuya principal finalidad es abastecer nuestras necesidades. Delimitar espacios atribuyéndole un fin a cada uno, facilitar nuestra vida.
Para concluir sólo diría que es obvio que la arquitectura radical de Superstudio no va a ninguna parte, ya que es la de Foster la que ha seguido adelante y perdura hoy en día.
Mª Isabel Jiménez Pérez